Los mocos de Fuuka no se curan. Se succionan. ¿Querés el hilo que la doctora sigue con la lengua? Fuuka fue al médico. Y se cruzó con Yuzu. La enferma que juega a doctora de verdad. La hizo hurgarse la nariz hasta chorrear. Yuzu la esperó... como perra en celo por lo sucio de Fuuka. Pañuelos retorcidos. Pinzas. Bandejas de moco—goteando, estirándose, cayendo. No aguanta. Sigue el hilo con la lengua. Lo atrapa. Lo guarda. Fuuka estornuda fuerte. Yuzu lame más. Más hondo. Más arriba. La bandeja se llena. No alcanza. Los quiere: frente, ojos, en la lengua bien estirada. Yuzu le succiona la nariz. Le tapa la boca. La besa… le mete baba, mocos y aliento. Te hiciste el curioso. Pero ahora callás. El primer hilo lo aguantaste. El segundo te heló. Y el tercero… lo buscaste. La doctora Yuzu traga mocos. Fuuka soporta la terapia. Y vos… Estás ahí mismo. Más sucio. Más enfermo. Más duro, queriendo acabar en esa cara, así: chorreando mocos calientes y baba espesa. (200911_10)
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